Creo que ya apunté en este blog en su momento que el escritor francés Michel Houllebecq es para servidor el mejor escritor vivo que hay. Es inexplicable cómo algunos tengan el Nobel (no hablo sólo de Dylan) y Houllebecq no.

Acabo de finalizar la lectura de su última maravilla: 'Sumisión'. El argumento no puede estar más en boga: la llegada al poder en un futuro próximo de un gobierno islámico en Francia. En medio de todo ello, un profesor de universidad que tendrá que adaptarse a los nuevos tiempos.

Muchos tildan al novelista francés de toda clase de palabras terminadas en 'fobo', pero para los que hemos leído todos sus libros nos parece algo demasiado restrictivo y simple. Es cierto que todas sus novelas transcurren por lugares comunes y los personajes parecen repetirse en la esencia de sus pensamientos, fobias y acciones, pero eso no significa que su obra sea reiterativa. Es más, uno de los grandes méritos de grandes escritores es su estilo inequívoco y su coherencia. Al fin y al cabo eso denota que no hay nada artificioso, que cada libro es parte de la personalidad y la vida del autor, de su pensamiento y sensibilidad.

'Sumisión' es una virguería más que mezcla el análisis político con las contradicciones de un personaje imbuido por la vida y obra de otro escritor decimonónico que le sirvió de tesis doctoral. La madeja continua hasta el final añadiendo elementos de suspense y sesudas reflexiones sobre el arte, la cátedra y la religión.

Michel Houllebecq a vuelto a acaparar premios, elogios y también críticas airadas, como a él le gustan. Para comprender al autor nacido en Reunión hay que comprender también la complejidad y crisis del mundo occidental, de la vida urbana y de las hipocresías sociales y sexuales de nuestro tiempo. No es lectura fácil pero si fluida, que requiere un esfuerzo intelectual que se ve recompensado por la lucidez y la riqueza de matices e ideas de sus libros.

Si aun no lo habéis leído, sumergíos en cualquiera de sus novelas: 'Las partículas elementales', 'Plataforma', 'La posibilidad de una isla', 'El mapa y el territorio'..., todas obras de arte, tan turbadoras como atrayentes, tan oscuras como cruelmente divertidas en ocasiones, tan polémicas, poliédricas, densas, intensas y desasosegantes como el mundo actual. Un mundo que Houllebecq disecciona como pocos.