Lo último que vimos fue el tema de la vivienda, su coste, opciones de compra y de alquiler. Seguimos el lógico orden y nos adentramos en los gastos fijos que conlleva el hogar. Desgraciadamente no podremos apenas minimizar daños, siendo de los pocos gastos inevitables no sólo por ser de primera necesidad (luz, agua, calefacción), sino porque además, a sabiendas de ello, las compañías no se andan con chiquitas y al mínimo impago te cortan el suministro sin poder hacer nada. Pero afortunadamente será de los pocos gastos con estas características en toda la serie. Ya sabéis, la libertad total es imposible, y más ante la imposibilidad (por ahora) de una independencia energética viable por parte del usuario. 

Nos centraremos en la electricidad, extrapolando para el gas y el agua, donde prácticamente no se puede reducir la factura, salvo gastando menos, obviamente. 

Un dato vital: en España hay casi 30 millones de puntos de suministro eléctrico, la gran mayoría con una potencia contratada menor de 10 kW, es decir, de tarifa con discriminación horaria. Lo alucinante es que también la mayoría de ellos tienen la tarifa tradicional de 24 h. En resumen: o porque no nos informan o porque no nos informamos, estamos “regalando” pasta a un ya de por si sistema eléctrico vampírico. 



Teniendo en cuenta los horarios habituales y el gasto lógico por tramos, la mayoría deberíamos tener contratada la discriminación horaria, ya que en las horas punta pagaríamos un 20-21% más, pero en las valle ahorraríamos casi un 60%. En el peor de los casos, controlando el mayor uso durante las 14 horas en valle, el ahorro oscila entre el 30-40%. Si además nos ponemos serios y hacemos uso de todos los recursos a nuestro alcance, la reducción puede acercarse a la mitad:

- Apagar completamente todos los aparatos, evitando el stand by.
- Usar bombillas de bajo consumo.
- Usar programas cortos en lavadora y lavavajillas, y siempre con agua fría.
- Aislar ventanas.
- Usar programadores para el control de consumo y conectar lo necesario sólo el tiempo necesario. 
- No poner el a/a a menos de 25 grados. 
- Comprar electrodomésticos de la máxima categoría energética: son más caros pero en poco tiempo se habrá amortizado por el ahorro de gasto que supone.

La potencia con control

El otro gran punto a revisar es también otro despiste frecuente, al igual que la tarifa: la potencia contratada. También por desconocimiento, despiste, o simplemente el “por si acaso”, la gran mayoría tiene contratada mayor potencia de la que necesita. Hay varias páginas donde puedes calcular la que necesitas en virtud de lo que tienes en casa. Ten en cuenta que en la mayoría de los casos sería suficiente una potencia de 3.45 kW o 4.6 kW, cuando lo habitual, sin comerlo ni beberlo, es que tengas la de 5.5. Aquí tenéis una tabla para calcular vuestro caso:


Sí, ya sé que en este punto son decepcionantes las posibilidades. Habrás notado que ni siquiera me he ocupado como en otros ámbitos de opciones de independencia, que es el objetivo de esta serie. Pues hay que decir que se vislumbra esperanza en algún aspecto pero son sólo atisbos por ahora: por ejemplo con empresas como Tesla o Toyota Mirai, que ya han empezado a comercializar baterías para uso automivilístico pero también para el hogar. Sus intenciones son tan ilusionantes como osadas: que el usuario sea independiente energéticamente y pueda salirse de la red global. Sin embargo, al menos en España, no se disimula la "dictadura energética", no sólo gravando hasta el Sol, sino con decreto ley ya preparado y a falta de aprobación para que sea obligatorio en cualquier caso pagar al estado por kWh producido. Además, en el caso concreto de las baterías, es indispensable tener paneles solares propios, por lo que ya quedaría descartada toda la población que vive en bloques de viviendas (es decir, la mayoría). 

Por ahora el tema energético parece la única batalla perdida para una vida independiente de verdad. El mundo que anuncia (o más bien imagina, por lo imposible) Jeremy Rifkin en 'La economía del hidrógeno', es lejano y casi utópico, aunque ya podría ser realidad tecnológica y logísticamente. Pero ya sabéis, con el "sistema" hemos topado.

Hasta la próxima entrega...