El verano toca a su fin y el alivio de
no haber escuchado tanto a los políticos me ha reconfortado, como
evadido de una realidad que volverá con toda su fuerza en
septiembre. No pasa nada, he decidido alejarme cada vez más de algo
que no tiene arreglo.
Y es que evadirse de la realidad, para
bien o para mal, es un deporte extendido en nuestra sociedad. Pero
hay una particularidad que la hace aún más atractiva, una
tendencia: la pleitesía y el recuerdo continuo a los 80. Tiene su
lógica. Los 80 no es que fuera una época libre de guerras,
hambrunas y crisis, pero supuso el comienzo de algo que ahora se está
materializando, aunque desgraciadamente muy diluido y matizado. Es
cierto que la gran revolución científica se produjo en la primera
mitad del siglo XX y con ello la tecnológica, pero sin duda en los
ochenta se pusieron los cimientos para el verdadero edificio que
aguantara lo que habría de venir en las próximas décadas.
Pues henos aquí, evadidos cada vez más
en la tecnificación y en una época ochentera que precisamente
preludió lo que ahora vivimos, aunque los sueños eran infinitamente
mayores que la realidad que ahora está ante nosotros. Mi 2015 y el
de muchos de mi generación lo imaginábamos muy diferente. Quizá
por eso retomamos esos recuerdos, vivencias, gadgets, videojuegos,
libros, pelis…, como si quisiéramos retroceder a ese pasado para
llegar a un futuro, este presente, alternativo.
Portada del libro |
Pero mi evasión no ha sido
tecnológica, salvo que usaba un ebook. Ha sido de lo más clásica,
antigua: la lectura. Y toda esta introducción viene al hilo del
libro que he devorado en pocos días: Ready Player One. ¿Os suena?
No el título, la frase. Sí, es la que ponían en las máquinas
recreativas para empezar la partida. Evasión de lectura y evasión
nostálgica. Sin embargo el libro está ambientado en el futuro, en
un futuro muy cercano ya a nuestro presente que continúa teniendo a
los ochenta de referente y protagonista. Veremos si la versión en
cine que Spielberg se ha apresurado a hacer esté más en su línea
“seria” que de cine adolescente.
Digo esto porque el protagonista es un
adolescente y la novela rezuma versión cinematográfica por todos
sus poros. Quizá por eso intenta y consigue atraparte todo el tiempo
pero su principio brillante y primera mitad fascinante y oscura nada
tiene que ver con una segunda más juvenil y previsible, por no
hablar del final, tan convencional y preparado para el aplauso en la
sala de cine. Aun así ya logra más que la mayoría de novelas de
este corte o quizá no, no soy objetivo porque toca dos puntos
débiles de mi generación: los 80 y el futuro y sus cualidades
tecnológicas.
¿Qué es lo más
atractivo del libro? Pues que esa evasión se materializa en el mayor
grado: la realidad virtual. Un mundo devastado por las hambrunas, la
pobreza, las guerras y el cambio climático ha logrado sin embargo el
sistema perfecto y quizá único de salvación para gran parte de la
población: la realidad paralela del ciberespacio virtual, con un
realismo igual a lo real. Una mezcla de Bill Gates y Steve Jobs
empezó en los 80 a crear videojuegos y acabó a mediados del siglo
XXI como el más rico del planeta, gracias a eso pero sobre todo a su
gran creación: Oasis, un entorno virtual totalmente real y donde la
Humanidad ha acabado viviendo una gran parte de la vida real, aunque
sea a través de algo no material. Se relacionan, “salen”,
trabajan, “viajan”, compran, van a clase, asisten a conciertos… A su muerte deja como legado su juego definitivo, donde todos los usuarios podrán participar y encontrar el tesoro final: nada más y nada menos que toda su fortuna y su empresa. Pero la corporación rival también se lanza a la lucha y un chaval experto en la cultura ochentera y los videojuegos de la época, sin apenas medios, deberá luchar contra ellos en el ciberespacio más real imaginable.
Como digo el libro será todo un éxito y más aún cuando se estrene la versión de Spielberg, pero lo importante es reflexionar en si el mundo se dirige al que describe Ernest Cline. Espero que no, pero reconozco que sí me atrae la vertiente de realidad virtual y sí me impacienta que pronto se alcancen los niveles descritos en la novela. Quizá, como le ocurre al protagonista y a tantos millones de habitantes de ese futuro tan desalentador, no sea muy adecuado, pero viendo la realidad que nos toca vivir y la que nos tocará probablemente no sería tan grave sumergirse en ese mundo alternativo. Seguramente pronto lo averiguaremos, pronto quizá la novela de Cline se convierta en premonitoria porque precisamente a finales de este año y 2016 va a comenzar por fin el asalto comercial de la realidad virtual, una tecnología que hace años se está desarrollando pero que ha tenido que esperar hasta poder ofrecer una experiencia verdaderamente "real", que es lo que verdaderamente enganchará al usuario. El futuro, como siempre, se acerca...
Como digo el libro será todo un éxito y más aún cuando se estrene la versión de Spielberg, pero lo importante es reflexionar en si el mundo se dirige al que describe Ernest Cline. Espero que no, pero reconozco que sí me atrae la vertiente de realidad virtual y sí me impacienta que pronto se alcancen los niveles descritos en la novela. Quizá, como le ocurre al protagonista y a tantos millones de habitantes de ese futuro tan desalentador, no sea muy adecuado, pero viendo la realidad que nos toca vivir y la que nos tocará probablemente no sería tan grave sumergirse en ese mundo alternativo. Seguramente pronto lo averiguaremos, pronto quizá la novela de Cline se convierta en premonitoria porque precisamente a finales de este año y 2016 va a comenzar por fin el asalto comercial de la realidad virtual, una tecnología que hace años se está desarrollando pero que ha tenido que esperar hasta poder ofrecer una experiencia verdaderamente "real", que es lo que verdaderamente enganchará al usuario. El futuro, como siempre, se acerca...