Supongo que como yo seguís impactados por las consecuencias del terremoto de 9 puntos y el posterior tsunami que ha azotado a Japón. Me comentaba un amigo que por lo que representa este país y por las innumerables imágenes que hemos podido ver parece que nos afecta más o le damos más importancia a esta catástrofe y no a otras superiores incluso, sobre todo en países pobres (caso de Haití por ejemplo). Es cuestión de puntos de vista. De cualquier forma las víctimas son iguales en todos los casos y el que su vida sea o no más dura al final el resultado es el mismo.
Lo que, al menos en mi caso y creo que en el de la mayoría, hace que la situación del país nipón te impacte o "interese" más es precisamente de quién estamos hablando: la nación más tecnológica, pulcra, previsora y ordenada del mundo se ve sacudida como cualquier otra por la fuerza imparable de la naturaleza. Aquí es donde quiero hacer hincapié entre otras cosas porque de esto va el blog. Se ha demostrado que ni siquiera una sociedad tan avanzada y preparada como Japón puede librarse de un embate natural de estas características.
Aun así es obvio que de haber sido otro país el que sufriera tamaño golpe hubiera quedado noqueado en la lona y no simplemente sonado como ha sido el caso de Japón. El tsunami ha provocado la mayoría de bajas y de daños materiales en el norte, la zona más cercana al epicentro del terremoto. Sin embargo, a pesar de la tremenda magnitud del seísmo (8,9-9 puntos), Tokio y la mayoría de poblaciones no azotadas por la "gran ola" se han mantenido en pie y sin apenas daños. En circunstancias normales, sin las medidas de protección contra seísmos, la arquitectura avanzada y la preparación y disciplina de la población, hubieran quedado prácticamente destruidas. Eso sí, las comarcas y prefacturas más afectadas son también, precisamente, de las menos desarrolladas de Japón, con una economía basada en la agricultura y el comercio y con edificios preparados para un terremoto pero no para un tsunami en el mejor de los casos; en la mayoría eran simples casas de madera.
Japón se volverá a levantar, igual que lo hizo tras la derrota y humillación en la Segunda Guerra Mundial. Reconstruirá todo en un tiempo récord, no hay duda. Todos estamos convencidos de ello, igual más que ellos mismos, porque siempre lo han hecho, porque su fama se la han ganado a pulso en las últimas décadas. No obstante, a pesar de mi admiración por este país, no puedo dejar de señalar los obstáculos en el camino, la mayoría de ellos bien conocidos y que han sido causa de que apenas hayan crecido desde la década de los 90. Y es que incluso en un país tan trabajador, disciplinado y tecnológicamente avanzado, sufren los mismos virus económicos que el resto y han cometido algunos errores comunes: tiene una de las mayores deudas de los países desarrollados, su particular burbuja inmobiliaria y su dependencia energética, entre otras. Aun así sigue siendo la tercera potencia mundial y lo seguirá siendo a pesar del brutal golpe de este terremoto.
Un país milenario, una nación orgullosa y callada, una historia que vuelve de alguna manera a comenzar como ocurrió tras 1945, con las lógicas distancias. Pero el concepto es el mismo y desde el primer minuto tras la debacle lo están demostrando: entereza ante el dolor, sin histerismos, sin saqueos, con dignidad, esperando pacientemente colas para adquirir agua, alimento o combustible. El único "punto débil" está siendo el temor nuclear por razones obvias, si bien la información está siendo a mi modo de ver alarmista y sin el debido contraste científico, característica muy común en medios de comunicación tras una catástrofe.
El país del sol naciente renacerá porque el mayor activo de un país es la mentalidad y las capacidades de su población. A pesar de considerarse hoy en día un gigante con pies de barro, sigue siendo ejemplo de eficacia, orden y avance científico y tecnológico. Incluso la aún dominadora naturaleza por mucho que nos creamos los señores del planeta, no podrá con el empeño del pueblo nipón. Que nos sirva de ejemplo...