La mal llamada democracia dictó sentencia, la misma una y otra vez. Pasé por Sol y sólo había rescoldos del 15M alrededor de una hoguera improvisada, con ya los rescoldos físicos de hojas y cartones que arrojaban con frustración. Siempre he dicho que la frustración mueve el mundo, siempre presente de una u otra manera en lo que se supone que hace mover la rueda humana: poder, dinero, amor... ¿Para qué han servido días y días de acampada, de gritos, debates y propuestas? ¿Dónde estaban el domingo noche? Jamás había visto el centro de Madrid tan desierto. Todos, vencedores y derrotados en sus papeles a cada lado del cuadrilátero, con unas cuerdas que delimitan la lona convertidas en muros infranqueables. Aquellos miles que otrora clamaban por un cambio de sistema siguieron contribuyendo a él "cívicamente".






Casi las tres cuartas partes de la ciudadanía votaron pastilla roja o azul, aunque poco importa en el fondo cuando tenemos una ley electoral hecha para el bipartidismo y la bisagra nacionalista. Partidos que necesitan el triple de votos para conseguir el mismo escaño; partidos nacionalistas que con tres veces menos votos que otro de carácter estatal obtienen grupo parlamentario propio; partidos que con una ley electoral equitativa tendrían más del doble de escaños de los conseguidos. Como veis no doy nombres, para qué. No ya porque sepáis de quiénes hablo, sino porque incluso si esto no fuera así daría igual, porque al final la estructura está construida para quien verdaderamente maneja esto sea el poder financiero.


Hace unos días hemos asistido a la caída de Berlusconi y la imposición de un gobierno de corte tecnócrata. Es sólo un paso más del devenir de esta crisis sistémica, de un proceso que parece no ha hecho más que empezar y no sabemos adónde conducirá. Tenemos precedentes de este tipo de crisis que se repiten cada x décadas con inquietantes similitudes en cuanto a consecuencias económicas, conflictos bélicos y restricciones en general.


No deja de ser paradójico que se critique por igual el tipo de democracia que tenemos y las alternativas como la tecnocracia. Una por defecto y la otra por exceso, tienen la excusa perfecta para que no se cambie nada, para que la gente no luche por nada. El factor humano al final prima: la ideología, el localismo, el interés propio, la mezcla en definitiva que hemos mamado a caballo entre lo judeo-cristiano y lo tribal.


Y es que si apenas ha cambiado nada por algo será. Todo se rige bajo los mismos parámetros y por tanto sólo queda la continua confrontación vana y la discusión estéril. Porque la cuestión no es qué hacer, sino cómo. Pero al final, en el fondo, eso no interesa, ni a los poderosos ni al pueblo llano, sencillamente porque se ha creado una maraña perfecta basada en algo casi infalible: casi todos tenemos algo que perder y a casi todos nos han educado para pasar el tamiz ideológico-tribal a todo.


Cambiar las cosas requiere sacrificio, solidaridad, pero también procesos y maneras de actuar que a muchos les pueden parecer radicales. Si no, será imposible que nada cambie; el bucle seguirá; los 'progres', fachas, nacionalistas, localistas... todos tendrán argumentos que esgrimir y todo será respetable y por tanto repercutirá en el resto. Serán las mismas discusiones, los mismos rituales, las mismas actitudes, las mismas esperanzas, los mismos vanos resultados. Porque la única realidad es que esto es insostenible; la única realidad es que un nuevo orden debería llegar, exigir que llegara, luchar porque llegara. 


La única esperanza es construir desde cero, que gobiernen los mejores, que se eduque sí o sí a aquellos que siguen basando su vida en ideologías caducas e instituciones obsoletas, en intereses y costumbres incompatibles con una sociedad moderna y civilizada. 


Comenzó un nuevo curso político y nada nuevo bajo el sol. 
Sigo recorriendo la Tierra y no veo más que podredumbre y poderosos. Sigo el sendero de la esperanza y se torna resbaladizo. Sigo mi instinto, no obstante, o quizá mi inercia, no sea que un nuevo amanecer me sorprenda.

La música está en todas partes pero toca retirada, la espiritual y la de la batalla, hasta nueva orden. Hay francotiradores por todas partes que sin apuntar atinan. Veo muchas personas que hacen eses para no ser cazadas o quizá porque están perdidas. Doce millones es mucha gente, me digo, muchas opiniones, un sólo rumor débil y quebradizo ante el yunque del sistema. Son humanos, me repito una y otra vez, cada uno con la suya...

Tiempo de cambio, tiempo convulso, muchas ideas, ninguna acción. Bajo la ladera. Las procelosas y bravas aguas de la incertidumbre me sorprenden. Pensaba que habían tendido puentes pero se empeñan en cruzar a nado.

 " ̶̶ Mírales  ̶̶ me dice alguien ̶̶ , rebaño desperdigado pero rebaño al fin y al cabo, sin perro que les guíe, sin lobos que les persigan. Quieren librase de él pero no se dan cuenta que ya no hay, ya no hacen falta."


Me parece que sólo conoce estas tierras pero no necesita saber más, no quiere saber más. Me da pena y envidia al mismo tiempo. Vivimos saturados sin renunciar a nada salvo a lo importante. No le digo nada, nada hay que decir. 


Apago todo, enciendo mi espíritu. Navego en lo que podría ser y me estrello en lo que es. Rebotamos, somos inmortales en nuestros errores, eternos en nuestras contradicciones. Sigo.


Fin del informe. 
El verano toca a su fin y volvemos con renovadas fuerzas y esperanzas. Un verano más de playas abarrotadas, paellas humeantes, terrazas llenas de conversación, de proyectos y miedos. Todo apunta a que el momento se acerca. Todo indica que, aunque se está alargando, la fiesta toca a su fin y un nuevo tiempo se acerca; este otoño será el prólogo. Muchos lo dicen, pocos lo tienen en cuenta o al menos esperan acontecimientos. Seguimos con nuestra vida, sin apenas modificar conductas, costumbres e ideas, mientras el mundo se dirige a otra cosa que aún no se vislumbra con claridad. Si a eso añadimos que los primeros pasos pequeños o grandes ya se están dando, como por ejemplo la reforma constitucional para el control de déficit y lo digerimos como una noticia más, nos da una idea del limbo en el que aún moramos. 

Más control, directrices supranacionales, modelo productivo que no absorberá la mano de obra parada, escasez de crédito, deudas impagables, etc, etc. Vale, todo eso es cierto y lo que nos queda pero abogo por defender, remitiéndome a otras épocas críticas, el vaso medio lleno, el horizonte de oportunidades aunque sólo se vea un desierto yermo. Sí, sabemos que quedará impune mucho chorizo, que pagan justos por pecadores pero si no se cambia la actitud, el chip que se dice hoy en día, se seguirá fuera de juego y darás la razón a aquellos que dicen que cada uno tiene lo que se merece.

Veamos: la crisis crea nuevas oportunidades, te hace cambiar de vida y eso suele ser positivo a tenor de cómo lo hemos hecho individual y colectivamente estas décadas; la crisis hace desaparecer lo superfluo para dar protagonismo sólo a lo esencial y necesario; la crisis agudiza el ingenio, te hace ser más competitivo, querer aprender más, socializarte más, indagar, buscar, preguntar...; la crisis abarata costes y surgen infinidad de descuentos, las cosas empiezan a costar lo que valen y no lo que la gente está dispuesta a pagar por ellas; la crisis, en definitiva, te hace soltar lastre, deshacerte de lo innecesario y salir de pozos en los que tú mismo te metes en tiempos de bonanza; es aire fresco, renovado, aunque huracanado; aguas nuevas aunque bravas. 

Ya sé que cada caso es un mundo y mucha gente que está sufriendo puede ver esto como absurdo. No lo es, por la sencilla razón de que el sufrimiento implica inteligencia y ésta siempre mira hacia delante y está al acecho; porque paradójicamente, al igual que el respirar te da la vida pero a la vez oxida tus tejidos y te lleva a la muerte, el sufrimiento es el peaje por la inteligencia pero la mejor arma para seguir adelante y reinventarse. 
La semana pasada se produjo el último viaje del transbordador espacial Atlantis, tras 30 años de servicio. Las diferentes versiones de la nave han realizado 134 misiones llevadas a cabo por 355 astronautas (ver más datos aquí). De todos es sabido la crisis por la que está pasando la NASA. La Guerra Fría acabó hace años, se fueron congelando presupuestos e interés público y todo ello sumado a las 14 muertes provocadas por accidentes han herido de muerte a este icono del siglo XX.



Recuerdo cómo de niño me imaginaba un futuro marcado por la astronaútica. Qué equivocado estaba. Demasiadas influencias de la ciencia ficción. El 2001 tecnificado, civilizado y avanzado que vislumbró Kubrick y Clarke nada tiene que ver con el mundo que nos está tocando vivir. El ser humano no ha mirado hacia afuera y se ha recluido en el beneficio inmediato y en las "bondades" de la vida terrenal. Pero estamos viendo cómo llegará un momento en que habrá que mirar en serio hacia arriba, con verdadero empeño. En unos cientos de años, quizá menos, deberemos "saltar". El planeta Tierra y sus recursos no son eternos y si no hay un control poblacional se acelerará esa necesidad.


Son innegables los logros que las misiones espaciales han proporcionado al ser humano: muchos de los avances de los que disfrutamos en nuestra vida diaria, muchos de los logros científicos, médicos y tecnológicos se han logrado gracias a los experimentos llevados a cabo en ellas. Pero si comparamos lo logrado con lo que se podía haber logrado el resultado resulta paupérrimo, al menos si lo hacemos con películas como la de Kubrick. Diréis que es sólo una película, pero no se trataba de un film de ciencia ficción al uso, sino que en lo concerniente a lo visionario está dotada de un realismo increíble para la época y creíble en cuanto a lo que debería ser hoy el nivel astronáutico.


El futuro de los viajes espaciales pasan antes por un marco radicalmente distinto en el planeta: en lo político, en lo social y en lo económico. Es lo de siempre. Si queremos realmente expandir una civilización más allá de tus fronteras (en este caso planetarias) debemos antes adquirir el nivel mínimo dentro de ellas. Serán necesarios unos mimbres: gobierno global o al menos cooperación total sin intereses nacionales y una situación socio-económica asentada. La carrera espacial ha ido a menos y actualmente está estancada porque se ha basado en lo único que parece hacer avanzar al ser humano: la competencia con otro (llámese USA-URSS, China-India...) y en el prestigio particular, aunque luego lógicamente se logren avances aplicables, sólo faltaría. No obstante esto ha llevado a una bancarrota agudizada por la crisis global pero que se hubiera producido igualmente en situación de bonanza. El concepto y la ejecución no han sido correctas, simplemente.


Mis sueños de niño parecen diluirse. Descarto ya el poder viajar al espacio antes de morir, la sensación de ingravidez junto a mis nietos (a no ser que un golpe de suerte me ponga en la lista de los millonarios que ansían flotar a golpe de talonario). Pero eso es lo de menos. Caprichos como otro cualquiera que, pensaba o pensábamos, iban a ser de lo más simples en unas décadas. Bastante tenemos con lo que tenemos como para mirar a las estrellas. Habrá tiempo de ello, sobre todo porque tarde o temprano habrá necesidad. Hasta entonces deberíamos procurar adecentar lo que tenemos en gravedad.
Como cada día sigo ojeando la actualidad económica: cifras de paro en EE.UU., aumento de su deuda, Portugal y Grecia al borde de la quiebra, España e Italia en el punto de mira... Si os fijáis hasta los más optimistas, los que creían que esto iba a pasar y que era una crisis más se han acostumbrado ya a este estado de estable inestabilidad, de progresiva decadencia. Por supuesto no estamos en 1929 y a lo largo de la segunda mitad del siglo XX se creó para bien o para mal un sistema al que aún podemos agarrarnos aunque sea mirando de reojo al precipicio.


En la película Titanic el protagonista, Leonardo Di Caprio, encaramado a la popa del mastodóntico barco, ya a punto de hundirse por completo, expresaba lo que era ya inevitable: "Esto se acaba". Por otro lado un alivio, porque la peli duraba casi tres horas.




Pocas películas son tan perfectamente extrapolables a lo que estamos viviendo: el que no haya conseguido un bote salvavidas estará abocado al ahogamiento rápido o a la congelación más lenta en sus heladas aguas. Lo malo es que los botes están ocupados por la clase alta (aunque, justicia divina, muchos también perecieron porque no había lugar para todos). El trasatlántico era un perfecto reflejo de la sociedad que le vio nacer, con sus estrictas divisiones sociales. Al final todos pagaron un precio alto por su altivez, por la fe ciega en una nave que pensaban indestructible. El mar no hizo distinción de estatus, pero la concepción social de la época sí dictó un balance favorable en favor de los que más tenían, mientras la plebe esperaba su final. La orquesta siguió tocando hasta el final.


Hoy, en su columna diaria en La Carta de la Bolsa, el Catedrático de Economía Santiago Niño Becerra, del que ya hemos hablado aquí, acusado de alarmista, sigue siendo la voz agorera pero certera de la situación. No obstante, al contrario que los políticos -que no pueden- y los economistas y financieros -que no quieren- da pautas y soluciones que me temo, tarde o temprano, habrá que abordar. Transcribo parte de lo dicho en su columna de hoy



"Me preguntan: ‘¿Pude detenerse esta sangría, la sangría que se está produciendo deudas y valores?’.
Respondo: ‘Sí, pero aún no ha llegado el momento de hacer lo que, pienso, se tiene que hacer’.
Vuelven a preguntarme: ‘Y, ¿qué es?’.
Esto:
1 – Que USA, la UE, JPN, PRC, UK y los petroleros de Oriente Medio se sienten alrededor de una mesa.
2 – Que se decidiese un cierre de los mercados de un mes en todo el planeta.
3 – Que se congelen los tipos de cambio.
4 – Que se acordase poner encima de esa mesa toda la porquería que tienen las entidades financieras en sus balances y fuera de sus balances.
5 – Que se interviniesen las entidades financieras cuya posición es insostenible.
6 – Que se analizase ‘pela a pela’ la deuda total de, de entrada, quienes se han sentado a esa mesa, la que deben y la que les deben.
7 – Que se regulase la emisión de todo tipo de oferta monetaria.
8 – Que se acordase una amnistía fiscal total y completa y que a partir de ese momento el fraude fiscal se persiguiese a sangre y fuego y los paraísos fiscales fuesen invadidos por la 6ª División Aerotransportada británica una vez resucitada para la ocasión.
9 – Que se acordase -e inmediatamente se pusiese en marcha- que en cada país se fuese realizando, con criterios técnicos, no políticos, un análisis de la eficiencia del gasto, y que se casasen necesidades e ingresos, y plantillas también, si, y sí, metiendo en el saco a los miembros de la función pública: ¿por qué se ha de echar a la puta calle a una/un contratada/o eficiente y óptima/o y se ha de conservar a una/un funcionaria/o incompetente?.
10 – Que se estipulase la coordinación logística de los flujos de commodities de forma que se cuadrasen disponibilidades y demandas necesarias.
11 – ¿Las agencias de calificación?, ya saben: las quieren a censurar."

Pues eso. Si no os habéis podido colar en algún bote salvavidas, recuerda que no hay para todos. Evita que te succione el barco cuando se hunda y busca una tabla, un baúl o cualquier cosa que flote. Y espera... 
Ha pasado un mes desde el último post. Volveré a hablar de lo mismo. Durante estas semanas se ha mantenido e incluso intensificado el Movimiento 15-M. Algunos esperaban que se disolviera como azucarillo. Otros, entre los que me incluyo, pensábamos y anhelábamos que fuera a más y que no se limitaran a asambleas y sentadas, sino que se trasladaran a los centros físicos de poder y empezaran a presionar. Así ha sido, con las correspondientes reacciones.


Resulta curioso cómo actúa el ser humano. Tenemos tan interiorizados todos los comportamientos adquiridos y todos los mecanismos de limitación que si no fuera porque unos pocos nos atrevemos a mirarnos desde fuera se diría que es hasta lógico. Pero no lo es. Parafraseando a los indignados: lo llaman sentido común y no lo es.


Nada que decir (en este sentido, claro) de aquellos que desde el principio no apoyaban y/o vilipendiaban este movimiento. Serán lo que sean, más o menos conservadores, más o menos retrógrados, más o menos tradicionales, más o menos de la vieja escuela, pero al menos dicen lo que piensan abiertamente y no se separan una coma de sus convicciones, por otro lado interesadas, como las de casi todos. Se les ve venir, vaya.


Pero si hay algo que no aguanto es el doble rasero, la hipocresía, el sí pero, el hasta cierto punto y demás chorradas que sólo (ya es mucho) sirven para ver el plumero a los sujetos. Y es que todos somos muy progres, todos estamos muy a favor del cambio, de la justicia y bla, bla, bla mientras todo es políticamente correcto, moderado, mientras no afecte a tu entorno o no veas que la cosa se puede poner chunga. Entonces aflora la cobarde y cómoda vertiente del así no, del respeto por, del hay otros medios. Un clásico imperecedero. A ver, lumbreras: ilustrarnos con esa cuadratura del círculo de cambiar las cosas sin hacer nada salvo salir a la calle y dar unos gritos, o peor aún, cómo hacéis vosotros, de ser críticos y posicionarse en uno otro lado según vaya la feria. 


Pero no. Igual me estoy confundiendo. ¿No será que en realidad son los mismos perros con distinto collar? Al final ¿qué diferencia hay entre un tertuliano de Intereconomía y otro de La Sexta? Me temo que sólo matices limitadores, es decir, cada uno llega a donde puede o tiene que llegar en virtud de su estatus ideológico, profesional y económico. Punto. Al final TODOS se indignan con los indignados, les dicen que por ese camino no, les conminan a no profanar las instituciones, a no insultar a todos aquellos servidores de lo público elegidos democráticamente. Qué bueno. En definitiva, entre líneas, a que la metas pero sólo la puntita, no sea que después de todo vaya a cambiar algo de verdad, que vaya a haber alguna movida y no pueda seguir con mi vida guay de comprometido de barrio bien con piscina y jardín. 


Desde este humilde foro les pido a todos ellos que, por favor, nos iluminen con su sabiduría y moderación y nos indiquen cómo hacer para cambiar las cosas sin cambiar el marco, cómo echar a tanto sinvergüenza con respeto y escrupuloso seguimiento de la ley, cómo hacer un mundo más lógico y justo reverenciando sin matices esta supuesta democracia. No me lo digan porque les he calado. No me lo van a decir no porque no lo sepan sino porque en el fondo no lo quieren. Todos, incluido yo, tenemos algo o mucho que perder, todos en mayor o menor medida, incluso la mayoría de los indignados, tienen una línea de código programada, la que indica que hasta aquí. Sólo el futuro dirá qué limite tiene el sistema para que se rompa por uno u otro lado. De cualquier forma es un juego donde para que uno gane el otro tiene que perder. A no ser que cambiemos las reglas.


Llamadme revolucionario o mala persona; llamadme agitador. Pero ojalá me equivoque. Ojalá todo esto vaya a más. Bueno, de hecho es muy probable que siga yendo a más porque (y en parte es por lo que al final a todos se les ve el plumero y van juntitos de la mano: periodistas de derechas e izquierdas, políticos, artistas, grandes empresarios, etc.) se va confirmando la insostenibilidad de este sistema. Ahora bien, por muy insostenible que sea algo, si no hay una fuerza que lo derribe puede permanecer en pie indefinidamente. Será insostenible pero quien más y quien menos hemos sacado tajada, aunque fueran migajas, unas migajas para las que nos educaron considerándolas privilegiadas. Hasta ahora ha cuadrado.


¿Recuerdas aquella película llamada La invasión de los ultracuerpos? Pues eso...


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Así que poco más me ocuparé seguramente de este tema, ¿para qué? Lo único que nos queda es seguir pataleando y comentando por aquí progresos y logros científicos, tecnológicos y sociales que espero sigan siendo de vuestro interés. Espero que aprendamos de esos ultracuerpos y, ya que con luz y taquígrafos no va a poder ser ante tanta estupidez, ir inoculando en la sombra la semilla de lo bueno y justo.
Ríos de tinta y de bits. Las redes sociales para algo más que fomentar el narcisismo. Por fin hemos entrado en una nueva fase de esta crisis sistémica, la de la indignación y la acción a través del movimiento Democracia Real Ya, reflejo de una revolución que ya se afianzó como la de Internet. No lo esperaba, al menos tan pronto. Al margen de las sospechas conspirativas de los medios de comunicación de la derecha (que por cierto suelo seguir porque hay que informarse desde la pluralidad y no desde una ideologización sectaria, además de tener a veces hasta razón, no en este caso) creo firmemente en la veracidad de sus intenciones.



La única manera de convertir los anhelos en logros pasa siempre por la lucha individual o grupal. En este caso acabar con tantos atropellos y abusos depende de uno mismo pero también de la unión. El verse rodeado estos días de tanta y tan variada gente te cambia el chip, te empuja a la ilusión pero también a ciertos miedos:


la ilusión de que otro mundo es posible;
la ilusión de que por fin se pongan los pilares hacia un cambio de verdad;
la ilusión de que las propuestas que se están debatiendo estos días (cambio de la Ley Electoral, del sistema financiero, del inmobiliario, de la educación...) se vayan haciendo realidad.


Pero también:


el miedo a que esto quede en agua de borrajas, a que no vaya más;
el miedo a que al final los protagonistas sean como casi siempre las facciones más radicales de la sociedad, los que en realidad sólo buscan dinamitar algo sin construir nada;
el miedo a que, consiguiéndose cambios en el futuro, sólo signifiquen pequeños logros que no servirán para cambiar el sistema desde los cimientos, como hace falta, y que mientras lo que se haga mal o bien sea de "izquierdas" nos valga.


Hablando estos días en Sol con gente, sobre todo jóvenes universitarios, coincidíamos en la mayoría de las ideas pero ¿y en cómo lograrlas? Las utopías son posibles pero desde el sacrificio y desde la implicación primero personal y luego de grupo. Me comentaba uno de estos universitarios, estudiante de Filosofía, que la base de todo es que cambien las personas. Así es: cada una de las propuestas que están saliendo a la luz son lógicas y necesarias pero implican una hoja de ruta, un trabajo que nada tiene que ver con sentarse en corrillo delante de una cerveza y un porro.


Pero no seamos demasiado críticos cuando esto acaba de empezar. Esperemos acontecimientos y confiemos en que por una vez algo cristalice en hechos concretos y eficaces, en caminos asfaltados hacia una sociedad más justa, lógica y eficaz, libre de privilegios, de derechos por decreto y no adquiridos por mérito, de recursos y tecnología malgastada. En este sentido espero encontrarme en Sol con compañeros del Movimiento Zeitgeist, del que recientemente formo parte y que están asistiendo asiduamente a esta acampada, y debatir sobre ello. Y es que para mí y para plataformas como ésta lo que está ocurriendo sería sólo la fase cero de un proceso largo hacia una verdadera sociedad avanzada. Pero esa es otra historia con capítulos por escribir aún en este humilde blog.


Lunes, 23 de Mayo de 2011. Las elecciones autonómicas y municipales habrán pasado. A pesar de todo sabemos que el bipartidismo, las dos caras de una misma moneda, se habrán repartido de nuevo el pastel en forma de piel de toro. Ninguna de las propuestas colgadas de hilos y escritas en papeles y cartones habrán sido implementadas, ni siquiera tenidas en cuenta aún. Todos los elegidos por los millones de votantes que siguen con su aborregada y/o acomodada vida tomaran sus cargos. Los bancos seguirán a lo suyo, los especuladores también, y los hijos de, los sobrinos de... Vale. Será así. Pero si lo que estamos viviendo estos días no se apaga, si se sigue avanzando, al menos empezarán a dormir peor. Porque afortunada o desgraciadamente tenemos algo a favor, jugamos con una "ventaja": que el sistema, como rezan uno de los carteles de Sol, está herido de muerte y que cuando eso ocurre, sólo hay una solución.
Erase una vez un lugar llamado Tierra donde la verdad y la mentira, lo verdadero y lo falso dependía del grado de manipulación. Siglos de lucha por libertades y sistemas democráticos que traían consigo entre otras cosas la supuesta libertad de una prensa separada del poder y de cualquier interés político o económico.

Portada del libro

Todo parecía encajar. Más población educada, en un ambiente de libertad, con muchos medios donde informarse, donde elegir. La tendencia parecía inevitable hacia una sociedad mejor y más justa, pero hete aquí que ocurrió lo contrario; ¿sería intencionado o se encontraron con la sorpresa de que más libertad, ciencia, tecnología, medios de información, no civilizaron a la población sino que la aborregaron más que cualquier religión, sometimiento o privación?

Asistimos estos días a una historia más, a una "información" bien novelada o no, porque estamos ya en la fase final, el estado de control absoluto, aquel que no necesita de un sistema dictatorial o de un chantaje concreto, ni siquiera de disimulo o de sentido del ridículo. Al vulgo nada le indigesta porque está colmado de pan y circo. Como la radioactividad ni se huele ni se siente pero se sabe el efecto irreversible que tendrá.

Todo lo creemos, nada cuestionamos. Nos han hecho a imagen y semejanza de nuestros supuestos garantes de libertades y derechos. La mejor forma de control es no tener que controlar, la mejor forma de dominar es hacer que el dominado se sienta libre. En la película 'El puente sobre el Río Kwai' los prisioneros no tenían celdas ni muros porque alrededor sólo había una selva impenetrable de la que no se salía vivo, era inútil huir. 

Conductismo, condicionamiento operante, neurolingüística..., no, no son leyendas o instrumentos pro-conspiranoicos, son realidades. Sin embargo hoy en día ni eso es ya necesario, basta con unas sencillas técnicas de contar cuentos para que el niño-ciudadano se duerma y sueñe con el limbo en el que ya vive. Se llama 'storytelling' y Christian Salmon lo desgrana perfectamente en su libro homónimo.




Los grandes medios de comunicación en la mayoría de las ocasiones no son sino transmisores de los intereses de gobiernos y corporaciones, el gabinete de prensa general. El no publicar antes de comprobar las fuentes o el uso de condicionales son cosas del periodismo nostálgico. Los hechos nos son dados, no demostrados; las pruebas se crean, no se dan. Nuestra reacción no es cuestionarlos sino aceptarlos y consumirlos como si de ropa o comida se tratase.

Noam Chomsky, uno de los grandes pensadores y activistas de nuestro tiempo, sintetiza de manera magistralo los diez mandamientos de la manipulación de masas:

1. La estrategia de la distracción.
2. Crear problemas y después ofrecer soluciones.
3. La estrategia de la gradualidad.
4. La estrategia de diferir.
5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad.

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión.
7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad.
8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad.
9. Reforzar la autoculpabilidad.
10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.

En el planeta Tierra del siglo XXI vivían más hombres en supuesta democracia y libertad que en toda su historia; tenían al alcance el mundo entero a través de innumerables canales de televisión y radio, de cientos de periódicos y revistas y sobre todo de Internet. Estudiaban, consumían, viajaban, se relacionaban, intercambiaban información e incluso eran transmisores de esa información gracias a las redes sociales. Todos eran actores y espectadores al mismo tiempo, sujetos y notarios de la realidad. Sin embargo, como la densa niebla, traicionera, tramposa, sabías en todo momento donde estaba pero no te dejaba ver más allá, el árbol pero no el bosque. 

Colorín colorado...
"Nadie es tan esclavo como quien se cree libre sin serlo" (Goethe)

Las preguntas van avanzando, el castigo por fallarlas aumenta. En una cápsula, aislado, el concursante que debe acertarlas. Fuera el otro concursante que debe enunciarle las preguntas e infringirle una descarga eléctrica si falla, una descarga cada vez más fuerte a medida que avanza el cuestionario. En juego mucho dinero. Si no siguen hasta el final, lo pierden todo. El plató lleno de público. De maestra de ceremonias, una atractiva pero fría presentadora. El consurso se llama 'El juego de la muerte' y sería un éxito de audiencia si no fuera porque todo es falso, un experimento diseñado por un grupo de expertos donde ni el público ni los supuestos "torturadores" saben que el que está dentro del habitáculo soportando el castigo es sólo un actor cuyos gritos y súplicas suenan sin embargo muy reales.



Este polémico documental presentado en la televisión francesa generó ríos de tinta y bits. El experimento no era nuevo, puesto que, mejorado, emulaba el realizado por Stanley Milgram en la Universidad de Yale allá por los años sesenta, cuyo objetivo era encontrar una explicación científica a la aceptación ciega a Hitler de la sociedad alemana. El sentido ahora era el mismo: estudiar el impacto de la autoridad en la obediencia de la población, el comportamiento individual frente a los condicionantes sociales y ante situaciones extremas.


No me sorprende para nada el resultado de este experimento: la gran mayoría de los sujetos no sólo accionaron la palanca que suministraba la descarga eléctrica una y otra vez sino que llegaron hasta el final, haciendo oídos sordos a las súplicas del falso concursante, cuando el nivel del supuesto castigo sabían que sobrepasaba el límite físico y moral tolerable.

Foto: Félix Esteban ©

Efectivamente, nos han educado para obedecer, para mirar a otro lado, para seguir a una autoridad, a un referente, a unas normas que supuestamente nos dan tranquilidad y nos hacen sentir parte de un colectivo homogéneo, sin importar si es justo o no, sin cuestionar nada o si lo hacemos sin osar siquiera plantearnos cambiarlo.


Lo que más impacta del documental no es el hecho en sí de la obediencia, sino que las más variadas personas en edad, sexo, posición social, educación, personalidad... son una cuando de obedecer y de cumplir una misión y una expectativa se refiere. Unos no se inmutan, otros se ríen nerviosamente, otros lo cuestionan continuamente pero sin rebelarse, otros animan al falso concursante a que aguante, otros simplemente ignoran sus gritos. Pero lo más sorprendente son aquellos que sí parecen querer parar pero que ante una simple frase de la presentadora -"el concurso debe continuar"- acompañado de un rictus serio y apremiante, es suficiente para que el "castigador" se eche para atrás y continúe con la misión que le han encomendado.


Es alucinante lo que una persona bien condicionada a lo largo de su vida puede hacer no ya por fuertes ideas inoculadas, que también, sino simplemente por no "estropear" un espectáculo televisivo, por no defraudar unas expectativas, por no renunciar al papel que se les ha dado en este teatro, da igual un plató de televisión que la vida misma.


Visionad el documental, sacad vuestras propias conclusiones y quizá comprendáis en parte el por qué de tantas atrocidades históricas y de también tantos actos no aparentemente tan atroces como votar a dos trajeados con siglas rojas o siglas azules. Y es que nuestro origen tribal y salvaje y nuestra educación conductiva sobre los pilares económico, sociales y morales imperantes han hecho que el ser humano, aunque parezca lo contrario, esté más esclavizado que nunca. Desde nuestro nacimiento estamos sometidos a unas pautas de comportamiento y de actos determinados, a pasar cada etapa (niñez, pubertad, adolescencia, juventud, madurez, vejez) haciendo lo que corresponde y siempre con el denominador común de no "salirse del tiesto", de obedecer aunque creas que tú tomas las decisiones, de ser una pieza más del engranaje diseñado para que esto funcione como funciona, qué te voy a contar.


Un mundo mejor no resulta de un orden establecido e imperante, de unas normas rígidas, al menos no de éstas. Sería la consecuencia y no la causa. Si no nos desencorsetamos y cuestionamos primero por qué accionar la palanca y luego la dejamos de accionar no lograremos cambiar la situación, no lograremos cambiarnos a nosotros mismos. Debemos olvidarnos de las luces del plató, del público que nos observa; debemos ignorar las consignas de una presentadora por muy atractiva y seria que sea; debemos romper contratos por mucho que les hayamos firmado si al final se trataba de seguir ciegamente una pauta sin sentido, aunque conlleve evitar que el espectáculo continúe.


Si hay que cortar la emisión y apagar luces se hará...
El debate energético siempre está en boga. Más aún tras el desastre japonés y lo que ha provocado en Fukushima. Ya hemos tratado aquí el tema energético (os recomiendo releer esta entrada) y más que lo abordaremos porque el principal factor en el nivel de una civilización es su uso de la energía. Y si hablamos de nivel sin duda Dinamarca está a la cabeza de las políticas energéticas. Sólo un dato basta: el país espera haber suprimido sus emisiones de CO2 totalmente para el 2050.

Molinos eólicos en aguas danesas

Nos han inundado en los últimos días de noticias, artículos de opinión, reportajes, informes y estadísticas sobre el futuro energético y más concretamente sobre la fuente nuclear. Yo mismo asistí hace poco a una conferencia organizada por El País donde defensores y detractores daban sus razones y defendían posiciones demasiado anquilosadas por ambos bandos. 

La energía nuclear ha demostrado ser la más eficiente, la más rentable y la menos contaminante hasta ahora, pero sus peligros son tan altos, su gasto de recursos híbridos tan elevados (artículo de Brahma Chellaney) y sus consecuencias tan inasumibles que desde luego no es el futuro a medio-largo plazo. Sin embargo sería una locura tratar de ir prescindiendo de una energía que supone por ejemplo en Francia casi el 80% de su producción.





¿Cuál es la solución? Pues ir abandonando paulatinamente, sin histerismos ideológicos ni ecologistas, los hidrocarburos primero y posteriormente la nuclear. Dinamarca ya se ha puesto a ello, si bien sus recursos y su escasa y bien educada población se lo permite. No basta con implementar políticas de ahorro energético y cambios de modelo. La clave danesa es la eficiencia. El dato que da Anne Hogge Simonsen, subdirectora de la Agencia Danesa de Energía es demoledor y da verdadera envidia: "El PIB ha crecido un 78% y nuestra demanda de energía es la misma que en 1980 y no importamos nada". 

La concienciación de la población es por tanto vital. Los daneses tienen un profundo sentido de cooperación y de gestión inteligente. Fruto de ello han sido las numerosas cooperativas energéticas que han surgido o el limitado uso que se da al vehículo -entre otras cosas por su tremendo coste de compra y en impuestos- para fomentar el uso de la bicicleta. El gobierno por tanto no va a la zaga: multa a las empresas que despilfarran, reciclado de toda la basura -que la convierten en calor y electricidad para los hogares-, apuesta por las renovables (cubre ya más del 20% de la demanda entre eólica, solar, térmica y biomasa) y una red eléctrica integrada con sus vecinos.

Dinamarca se ha postulado como el referente a seguir para un modelo energético propio del siglo XXI. Una vez más vemos que sin unas políticas lógicas de un gobierno coherente y sin una población concienciada, educada y activa no avanzaremos hacia un desarrollo verdadero. Los daneses no son Quijotes y los molinos no son gigantes contra los que luchar.   
Help Japan

Supongo que como yo seguís impactados por las consecuencias del terremoto de 9 puntos y el posterior tsunami que ha azotado a Japón. Me comentaba un amigo que por lo que representa este país y por las innumerables imágenes que hemos podido ver parece que nos afecta más o le damos más importancia a esta catástrofe y no a otras superiores incluso, sobre todo en países pobres (caso de Haití por ejemplo). Es cuestión de puntos de vista. De cualquier forma las víctimas son iguales en todos los casos y el que su vida sea o no más dura al final el resultado es el mismo.

Lo que, al menos en mi caso y creo que en el de la mayoría, hace que la situación del país nipón te impacte o "interese" más es precisamente de quién estamos hablando: la nación más tecnológica, pulcra, previsora y ordenada del mundo se ve sacudida como cualquier otra por la fuerza imparable de la naturaleza. Aquí es donde quiero hacer hincapié entre otras cosas porque de esto va el blog. Se ha demostrado que ni siquiera una sociedad tan avanzada y preparada como Japón puede librarse de un embate natural de estas características.

Aun así es obvio que de haber sido otro país el que sufriera tamaño golpe hubiera quedado noqueado en la lona y no simplemente sonado como ha sido el caso de Japón. El tsunami ha provocado la mayoría de bajas y de daños materiales en el norte, la zona más cercana al epicentro del terremoto. Sin embargo, a pesar de la tremenda magnitud del seísmo (8,9-9 puntos), Tokio y la mayoría de poblaciones no azotadas por la "gran ola" se han mantenido en pie y sin apenas daños. En circunstancias normales, sin las medidas de protección contra seísmos, la arquitectura avanzada y la preparación y disciplina de la población, hubieran quedado prácticamente destruidas. Eso sí, las comarcas y prefacturas más afectadas son también, precisamente, de las menos desarrolladas de Japón, con una economía basada en la agricultura y el comercio y con edificios preparados para un terremoto pero no para un tsunami en el mejor de los casos; en la mayoría eran simples casas de madera.

Japón se volverá a levantar, igual que lo hizo tras la derrota y humillación en la Segunda Guerra Mundial. Reconstruirá todo en un tiempo récord, no hay duda. Todos estamos convencidos de ello, igual más que ellos mismos, porque siempre lo han hecho, porque su fama se la han ganado a pulso en las últimas décadas. No obstante, a pesar de mi admiración por este país, no puedo dejar de señalar los obstáculos en el camino, la mayoría de ellos bien conocidos y que han sido causa de que apenas hayan crecido desde la década de los 90. Y es que incluso en un país tan trabajador, disciplinado y tecnológicamente avanzado, sufren los mismos virus económicos que el resto y han cometido algunos errores comunes: tiene una de las mayores deudas de los países desarrollados, su particular burbuja inmobiliaria y su dependencia energética, entre otras. Aun así sigue siendo la tercera potencia mundial y lo seguirá siendo a pesar del brutal golpe de este terremoto.

Un país milenario, una nación orgullosa y callada, una historia que vuelve de alguna manera a comenzar como ocurrió tras 1945, con las lógicas distancias. Pero el concepto es el mismo y desde el primer minuto tras la debacle lo están demostrando: entereza ante el dolor, sin histerismos, sin saqueos, con dignidad, esperando pacientemente colas para adquirir agua, alimento o combustible. El único "punto débil" está siendo el temor nuclear por razones obvias, si bien la información está siendo a mi modo de ver alarmista y sin el debido contraste científico, característica muy común en medios de comunicación tras una catástrofe.

El país del sol naciente renacerá porque el mayor activo de un país es la mentalidad y las capacidades de su población. A pesar de considerarse hoy en día un gigante con pies de barro, sigue siendo ejemplo de eficacia, orden y avance científico y tecnológico. Incluso la aún dominadora naturaleza por mucho que nos creamos los señores del planeta, no podrá con el empeño del pueblo nipón. Que nos sirva de ejemplo...